Como a todas las madres, me preocupa la cuestión gay

¿En qué mundo van a vivir? ¿Qué puedo hacer para que nuestros valores no sean cuestionados con agresividad por quienes piensan diferente? Y, lo más importante: ¿Cómo me aseguro de que nuestros hijos sean felices? Las respuestas dan miedo: podemos dar lo mejor de nosotros, pero en el fondo sabemos que como madres o padres no lo podemos controlar todo: el mundo que les espera a quienes criamos no será el que querríamos, sus valores serán cuestionados y, en el mejor de los casos, serán felices a pesar de las miles de adversidades que enfrentarán. En este sentido, como madre que apoya la lucha por la igualdad en todas sus facetas, no puedo evitar que me asuste que la cuestión gay impacte negativamente en nuestros hijos.

¿Qué pasaría si un chico nos cuenta que es gay? La atracción hacia personas del mismo sexo ha existido siempre, sin o con leyes, en familias conservadoras y en familias progresistas. A diferencia de mucha gente, no he ignorado nunca esta realidad y la idea de que alguien sufra por ser gay me aterroriza. Para este chico, los insultos serán cosa de todos los días, y mostrar afecto a quien quiera le costará agresiones físicas. En algunos países, estaría preso o sería asesinado. La mayoría de la sociedad le dirá que lo que siente no es real o que está mal, que tiene que cambiar, que así no va a tener amigos, que su familia no le va a aceptar, que no va a conseguir trabajo. En muchos lugares, esto será así: le será difícil tener una vida como la de todos los demás. La ley no le permitirá tener una familia, aunque sus relaciones sean legítimas y se sienta capaz de criar personitas buenas y felices. Como madre, este mundo tan hostil hacia las personas no heterosexuales me da miedo: nuestros hijos pueden estar entre ellas.

La obsesión por preservar los modelos de familia y de género considerados tradicionales afecta negativamente a todos los niños, aun cuando no son gay. Existe la idea de que un hombre no puede ser padre soltero o, si decide formar familia con una mujer que ya tiene un hijo, ese niño claramente no será “suyo”, porque “no es su sangre”. Si a un niño le gusta el baile, el tejido, el color rosa o si no es abiertamente homofóbico, le tratarán de «poco hombre» y de “rarito”. Así, aun no siendo gay, la mentalidad llamada tradicional le cercenará la expresión de su personalidad y le privará de amar libremente a las personas, los objetos y las actividades que le despiertan sentimientos positivos que no dañan a terceros. Como madre, este mundo tan hostil hacia las personas que no se amoldan a las expectativas de lo considerado normal me da miedo: nuestros hijos pueden estar entre ellas.

Si bien hay una preocupación genuina tanto en quienes defienden la familia tradicional como en quienes creemos que las familias las hay de distintos tipos (y ningún tipo es superior a otro), nuestros miedos se diferencian en algo fundamental. Mientras quienes promueven la tradición temen lo desconocido (“¿¡Qué pasará con el mundo si aceptamos lo gay!?”), quienes estamos a favor de la igualdad tememos lo ya conocido: el prejuicio, la intolerancia, la discriminación y la violencia contra las personas con una orientación sexual o identidad de género “no convencionales”.

Este temor a lo diferente tarde o temprano lastima, pues este se vuelve intolerancia, y la intolerancia se vuelve agresión. Sin embargo, el miedo a que nuestros hijos sigan viviendo en un mundo tan hostil nos lleva a muchas madres a luchar por la igualdad: y la igualdad no lastima a nadie.

11 Comments

  1. Yo soy una madre y también estoy preocupada por todo esto.Pero lo que no me parece correcto es que se quiera imponer una tendencia que va contra la naturaleza.y difundir y promocionar comportamientos en niños que todabia no puede discernir que es natural y que no.Yo creo que lo correcto es seguir los padrones normales segun dicta la naturaleza y si la persona ya adulta opta por tal o cual tendencia que sea respetada en su integridad.

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    1. Hola, Ángela! Gracias por leer y comentar. Creo que hay dos cuestiones que merecen una aclaración. La primera es el tema de lo que se considera una imposición. ¿Pedir respeto es imponer tal o cual orientación sexual? ¿La orientación sexual se puede imponer? No, con datos cada vez más sólidos, la ciencia nos dice que la orientación sexual no se puede imponer (un niño no «aprende» a ser gay). La otra cuestión es lo llamado antinatural. La homosexualidad no es antinatural: se da en muchas especies animales, no sólo en lo seres humanos. Y aun si lo fuera, el ser humano está muy alejado de lo natural. El matrimonio en sí, por ejemplo, no es natural, es una construcción cultural. Con el criterio de que no podemos enseñar lo que no es natural, la verdad es que no enseñaríamos absolutamente nada: leer y escribir no son naturales: son actividades aprendidas a través de la transmisión cultural (!)

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      1. Hola Josefina! Por casualidad me encontré con tu blog y me gustó mucho cómo planteaste este tema. Con mucho respeto, quiero preguntarte dos cosas: 1)porque afirmas que el matrimonio no es natural. 2) dónde encuentro los datos q afirman que ser un niño no aprende a ser gay. Muchas gracias, sobre todo por encontrar en tus escritos, algo que es tan importante para mí, el respeto hacia el otro ser humano. Gracias

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    2. Tenes razón Angela, pero en este lugar no vas a encontrar apoyo, yo opino igual que vos y tengo fundamentos, pero en estas páginas te van a hacer sentir como la rara, la pacata, la antigua. Te van a salir con supuestos datos cientificos que en realidad no existen. Todo es para justificarse. Siempre existió esta problemática, pero ahora hay toda una campaña para promoverla como buena y justa.

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  2. Discutir un tema, tabú de por si en la «tradicional» sociedad paraguaya no es imponer, así como tampoco informar es imponer. Es importante abrir espacios de diálogo dónde los niños y jóvenes puedan escuchar distintos puntos de vista, tener acceso a la información y conocer la mirada de esos otros que son menospreciados por la sociedad. Yo tengo amigos homosexuales y no soy menos heterosexual por ello.
    Aquellos encontra del movimiento gay argumentan que los mismos quieren «obligar a todos a ser gays», sin embargo, son ellos quienes quieren obligar a todos a ser héteros por que ellos lo son. Me pregunto, ¿quién obliga a quién a aceptar sus dogmas? Hasta dónde yo se, los gays exigen el derecho a la libre expresión. Punto. Vivir y dejar vivir. Ah! Y desde el punto de vista religioso, no se estresen, en todo caso, ya darán ellos cuenta de «sus pecados.»

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  3. Genial Josefina. En este siglo la raza humana ya no deberia estar divida por meros prejuicios, estigma social, discriminación, idiosincrasia u alienación sociocultural de ninguna tipo. Deberiamos evolucionar para abrazar a la diversidad que siempre nos caracterizo y nos hace únicos, de manera igualitaria, coherente y sentirnos listos para coexistir en un mismo y unico lugar. Las interacciones disfuncionales son más preocupantes que las tendencias y la moda. Sea tabú, dogma o excentricismo.. Y muchas cosas más…

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  4. Me siento muy identificada con tus palabras. Espero que cada día seamos más los que pensemos que «la igualdad no lastima a nadie». También espero que pronto estemos mostrando rechazo con tanta fuerza (hagamos cadenas, manifestaciones y videos) frente a hechos que de verdad si hacen daño a nuestros niños, como la falta de buenas escuelas públicas, de plazas y espacios de recreación en condiciones, de seguridad y protección a niños y niñas dentro y fuera de su hogar, etc.

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  5. Me gusto leerte, Josefina! Hace unos días estaba leyendo un articulo online sobre Miguel Valdez, este Paraguayo que vive en Australia y relata sus experiencias en jopara. Algunos de los comentarios eran tan hostiles y agresivos, alegando dudas sobre su sexualidad. Me entristeció tanto ver como trataban tan fuertemente de callar esa voz. Mucha gente alega moralidad y amor a Dios para justificar palabras o acciones de desprecio a otras personas. Gracias por escribir!

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